Era una mañana espléndida de septiembre, que más parecía plena canícula que no las puertas de otoño, cuando junto con Montse y María José de V!VE 4all fuimos a visitar las Bodegas Sumarroca.
Ubicada a poco menos de una hora de Barcelona, llegamos a la finca Molí Coloma en Subirats, donde se encuentra la bodega. Los viñedos, sin embargo, están repartidos entre esta finca, la finca sumarroca en Sant Sadurní d’Anoia, y en la de Heretat Sabartés, en Banyeres del Penedés.
Al llegar ya nos esperaba Mercè Sumarroca, que además es la sommelier de la bodega. Su bienvenida no pudo ser más chispeante, con unas copas de uno de sus cavas brut nature gran reserva que además degustamos al aire libre rodeadas de la naturaleza y los viñedos de la finca.
Aunque el día anterior había llovido, Mercè y yo nos dimos un paseo entre los viñedos para impregnarnos de su esencia, tocar las hojas, porque uvas ya no tenían, y disfrutar del sonido del viento entre las viñas, los pájaros, y el sol calentándonos la cara.
Una vez visto de donde surge la materia prima para los vinos y los cavas, accedimos a otra parte de la finca donde Mercè nos mostró los distintos utensilios que se utilizan a la hora de producir el vino.
Lo primero que Mercè quiso destacar y a mí me pareció fantástico es que todos sus vinos y cavas, y empezando por sus viñedos, son ecológicos.
Nos enseñó una máquina a la que llaman despalilladora, que es capaz de desgranar los racimos que se recogen de forma manual. Así, cuando la uva cae al fondo de esa máquina, sólo queda el grano, sin el ramaje que los mantenía unidos al racimo.
También toqué una prensa vertical. Ellos usan habitualmente prensas pneumáticas, pero también tienen estas, en las que con ayuda de una manivela, una madera va descendiendo y prensando la uva. Las pneumáticas, que son ya automáticas, según nos contó Mercè, son como cubos muy grandes, donde dentro hay una cámara neumática que al llenarse de aire, presiona contra los bordes del cubo prensando la uva.
Una vez la uva ya está prensada, pasamos a tocar el siguiente instrumento que es un filtro, que vendría a ser un colador gigante. Ahí se filtra el mosto de las impurezas que hayan podido quedar en él como pepitas o restos de piel.
Ya filtrado el mosto se guarda unas dos semanas en grandes contenedores metálicos donde empezará su fermentación. Se le echarán levaduras que irán comiéndose el azúcar y convirtiéndolo en alcohol, también aparecerá el gas carbónico que se irá expulsando.
Si el vino que se quiere va a ser un crianza, después de este proceso puede introducirse en barricas como la que toqué. Una barrica de madera de roble francés. Hay muchos tipos de maderas que pueden usarse, y cada una le dará unos matices u otros al vino.
Mientras tocaba las distintas máquinas y utensilios para producir el vino, Mercè nos contaba como se fabrican el vino y el cava. Todos los vinos sean tintos, blancos o rosados se hacen usando la misma técnica, lo que variará será el tiempo de fermentación, la temperatura y el tipo de uva que se utilice.
Algo que yo no sabía es que para que el vino tinto coja ese color, se macera el mosto con las pieles de la uva que se usa para los tintos, así cuanto más tiempo está macerando, más intenso será el color que tendrá el vino.
En cuanto a los cavas, sufren una segunda fermentación en la botella con más azúcar y levaduras, porque lo que interesa en los cavas es el gas carbónico que en los vinos se evita.
Al terminar la explicación sobre el proceso del vino y del cava, pasamos a otra sala con una mesa y bancos de madera donde nos sentamos y nos dispusimos a empezar las catas de aceites y vinos que nos tenían preparadas.
La primera cata para ir abriendo boca fue de 3 clases distintas de aceites con diferentes grados de intensidad, de más suave a más intenso, que degustamos con un poco de pan.
Luego vinieron los vinos, dos blancos, un rosado, un tinto, un vino dulce y un cava. Por supuesto juzgar cual estaba más espectacular es algo muy personal y que cada paladar apreciará a su manera, pero en lo que respecta al mío, me enamoraron uno de los blancos, el tinto y el dulce.
El blanco (Temps de flors) por su frescor y su aire floral y de fruta cítrica, el tinto (Temps de fruits) por su intenso aroma, su recuerdo a frutos rojos y su calidez, y el vino dulce precisamente por su delicioso y dulce sabor.
En ese ambiente tan agradable y mientras disfrutábamos de tan ricos caldos, estuvimos hablando precisamente del motivo principal y esencia de nuestra visita que es el hacer de esta visita una visita inclusiva.
Considero que el enoturismo es una de las experiencias más inclusivas y sensoriales que se pueden realizar, ya que se disfruta con todos los sentidos, destacando especialmente el gusto y el olfato, aunque también, como pude comprobar de primera mano, se pueden incluir multitud de elementos táctiles para enriquecer la experiencia, como fueron los diferentes elementos que pusieron a nuestra disposición para que pudiera tocar y saber de primera mano como son los aparatos utilizados a la hora de fabricar los vinos y cavas.
Las bodegas, además, disponen de transporte para ir a recoger a los visitantes que se desplacen hasta ahí en tren, cosa que a las personas ciegas nos va de maravilla, y a cualquier otra persona que no disponga de vehículo o de carnet de conducir.
En V!VE 4all te podrán recomendar y facilitar el acceso experiencias inclusivas que mejor se adapte a tu situación. En el caso de la actividad en la que participé, es totalmente accesible para personas ciegas o con discapacidad visual.
Quedé muy contenta y realmente emocionada al ver el gran interés que Mercè y todo el equipo de bodegas Sumarroca tienen en acercar su pasión por la cultura del vino a todas las personas, teniendo en cuenta sus distintas necesidades.
Es una visita que recomiendo al 100% y que no dudaré en repetir.